21 de febrero de 2013

POEMAS

ME ACABARÁ LLEVANDO EL VIENTO
 Julia Concepción

Siento el pecho vacío,
vacío y pesado, 
ya que un ser de pesadilla,
encima , se halla clavado.
Siento las manos inertes, 
inertes y heladas.
como grandes torpes manojos
de arena blanca mojada.
Siento los ojos se cos,
secos y pesados,
los párpados que los dejan
en oscuridad ahogados.
Siento la mente dormida,
dormida y embotada,
como una marioneta,
arrodillada ante la espada.

Me acabará llevando el viento,
como se llevó mis fantasías,
mis sílfides y mis ninfas.
Para ellas no queda tiempo...
Me acabará llevando el viento,
como volaron aquellos personajes,
al final de la página
del libro abierto.

Me acabará llevando el viento,
como se pierden mis palabras,
mientras se yerguen con números
edificios de cemento...
Me acabará llevando el viento,
como derribó las altas torres
y los parajes imposibles
que quitaban el aliento.

Me acabará llevando el viento,
según estranguláis mis sueños
con cadenas, y con ellos
mis ideales de cuento...
Me acabará llevando el viento
y solo resistirá la realidad
de tan absurdos cálculos
comúnico fundamento.

Me acabará llevando el viento
y será un mundo maniatado
al que infierno no llamo
porque en vuestro yermo sentir no arde
ya pasión o llama alguna...
Me acabará llevando...

BERTA MARTÍN COLLADO
AZUL ELÉCTRICO

Dotado de un histrionismo nada desdeñable y de una realidad que se presenta palpable,
los escalofríos no pierden ni aun con tanto desvarío.
Reprimido, compungido.
Y es que aquí nada tiene lugar. Tus manos son más hermosas todavía cuando se dejan soñar.
Esas caricias que despeinan cada porto de mi piel levantan viejas pullas entre el alma y el papel;
y la pluma sale huyendo de mi mano, al parecer no soportan las envidias entre tanto parecer.
Y el humo de tu cigarro empañando suspiros, complicando al aire tibio la huida de tus respiros.
Y ese beso sin sentido,
consentido, agradecido,
apagándose en el aire y extinguiéndose en el tiempo. Perdurando en la memoria y en el rastro
                                                                                                                          de este invierno.
Exhalando en cada idea todo aquello concebido, y es que ahora, vida mía, el presente es lo que existe.
Resiste, preexiste...
Y desiste de ver funcionar esta historia que tal vez nunca tuvo lugar.
Entre esta espada y pared, pecho y espalda, caída y suelo y sin recelo vualve a hacerlo una vez más.
Mírame y siénteme, y dime que, tal vez, esta vez, en la lluvia, en el espacio,
en este anacrónico epitafio, esos ojos, tus ojos, eléctricos, siontyéticos, sinestésicos;
patético mi empeño en no dejarte vencer...
Perder, desaparecer,
querer que tus ojos azules me miren ya otra vez.



 SILVIA GÓMEZ SACRISTÁN:
DA IGUAL 

Da igual.
No puedes correr eternamente, desvariar sólidamente.
Tu piquito de oro de poco sirve si no bailas firme.
Tanto miedo que te han dado las lombrices por los costados,
Los veleros que nadie percibe y que dicen ‘he de irme’.
No puedes pretender desatar un cordel atado al mar.
Señuelo preferido, nada libre. Te obligo, no me mires.
Pregúntame, acércate. Si nos encuentras sentido entonces ódiame.
En un espejo rebosante de jengibre la sombra cuenta a miles
Todas las cuentas perdidas, la pulsera denostada y herida.

Idas y venidas grises, tardes, noches y silencios febriles.
Por qué no puedes quedarte callada, girar en las pasadas
Eliminarías la locura, la rabia que observan todas las lunas,
Resquicios que te piden, incansables, que tu caída anticipes y
De esta forma, desfallecer en tic y en tac resucitar.

Curioso y dulce lince, deja de observar las amapolas de estas lindes,
Que son pentagramas angostos, llenos de hierbajos horrorosos,
De corcheas que luchan contra lo imposible, campanillas irascibles.
Si crees que morimos por otra sombra, cierra la puerta y déjanos a solas.

Cuando negro y blanco coexisten, no hay parpadeos grises.
Puedes volver a espantar aire, decapitar frases sin pronunciar.
Una guerra sin reinas ni alfiles, vas a pelear contra aire y esfinges.
¡Escúchanos! Abre la boca, vomita los versos amargos.
Se agotan espíritu y tiempo, inspiración de agujas a ritmo lento.
Ironía, buscar entre tanta inhóspita enredadera más de una sinfonía.
Ya da igual.
No elegimos el blanco, así como tampoco la flecha avistamos.

                                                                                       


                             

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