25 de marzo de 2014

Un cuento de fantasía.

           Paula Martín Cuéllar (1º ESO)
Mi   Maravilloso  mundo  dulce. 

  Un bonito día de primavera, me fui a visitar a mi abuela, me tropecé con un trozo de baldosa de las escaleras de la casa de mi abuela, me di cuenta que la puerta del vecino de la derecha era exactamente igual, después de levantarme de aquella torpe caída llame al timbre y mi abuela me abro la puerta enseguida con una sonrisa de oreja a oreja, entre y vì que todo estaba empaquetado. Yo empecé a observar todos los objetos tan extraños que había en la casa como la puerta del sòtano y la ventana de la cocina, las dos cosas tenían un extraño dibujo de un algodón de azúcar. Yo que soy tan curiosa, decidí bajar a explorar el sótano. 
  En cuanto abrí la puerta ví un maravilloso mundo de color: tenía casa de caramelo, árboles que daban gominolas, bancos de regaliz, nubes de picapica, personitas de chupa chups, carreteras de chicle, coches de chocolate, señales de piruletas, montañas de pipas, campos de gusanitos, piscinas de gaseosa y arroz con leche y flotadores de donuts. A ese mundo le llamé chuchilandia, donde me gustaría vivir.


23 de marzo de 2014

Un cuento gráfico

A veces, se crea un cuento gráfico. El dibujo y la caligrafía de este alumno del instituto nos aconseja tal como presentó el trabajo, escaneado, sin mecanografiar. Merece la pena mirar el barco que nos regala su lapicero.


SAMUEL MARTÍN: Las aventuras de Rod



18 de marzo de 2014

MICRORRELATOS DE TEMA SEGOVIANO: El tiempo


David del Río Gómez

La Vida En Un Abrir Y Cerrar De Ojos


Y ahí estaba yo, parado en la cola del Burguer King enfrente del acueducto un viernes por la tarde, esperando y esperando y esperando para poder cenar con mis amigos. El tiempo pasaba y pasaba y yo seguía en aquella cola infernal mientras mis colegas estaban de risas  en una mesa que habían encontrado, cuando de pronto observe como a ellos les empezó a crecer la barba, a las chicas los pechos y a las señoras mayores las arrugas, el día y la noche se alternaban a una velocidad de escándalo,  podía observarlo por la ventana, pero yo seguía igual, en el mismo sitio de la cola. Las estaciones pasaban, la  gente seguía envejeciendo pero yo solo había avanzado un centímetro de la cola cuando cerré los ojos un instante y me desperté en aquella cama, una cama de hospital…
Sin darme cuenta se me había pasado la vida en aquella cola. Sin darme cuenta había perdido mi juventud, mi libertad, a mis colegas… La vida…